Se habla mucho en los medios de comunicación de masas sobre el cambio climático, pero se desarrolla muy poco un mensaje claro y directo sobre las negativas consecuencias del cambio climático en nuestra salud y en la de todas las personas que habitan el planeta, tanto cuantitativa, como cualitativamente. No estamos correctamente informados sobre hasta qué punto nos afectarán catástrofes como inundaciones, sequías, olas de calor, incendios, etc. Pero menos aún se nos informa acerca del impacto de enfermedades provocadas por el calentamiento del planeta, los desplazamientos de personas y animales, etc.
Contaminación del aire
Según un informe publicado en el año 2017 por la comisión Lancet, cada año nueve millones de personas pierden su vida en todo el mundo debido a la contaminación del aire. Y la cifra va en aumento. Las alergias y enfermedades respiratorias se disparan debido a la degradación de la calidad del aire que respiramos. En los próximos años es previsible un gran crecimiento de estas cifras de mortandad y deterioro de la salud. La quema de combustibles fósiles de forma sistemática degrada la atmósfera, sobre todo en las zonas industrializadas, afectando a todo el planeta.
Olas de calor
Las olas de calor se cobran en este momento miles de vidas humanas. En 2003 las cifras oficiales hablan de 70.000 muertes solo en Europa debido a las olas de calor que no dejan de aumentar año a año. Las cifras son tan impactantes como desconocidas las consecuencias del cambio climático en nuestra salud.
Inundaciones
Las inundaciones provocadas por el cambio climático facilitarán el camino a insectos y otros animales, potenciales transmisores de enfermedades a los seres humanos y al resto de animales. Muchas enfermedades propias de otras latitudes para las que nuestro organismo no está preparado y enfermedades que se consideraban erradicadas podrán nuestra vidas en peligro por culpa de la irresponsabilidad humana. Sin olvidarnos de las muertes directas por ahogamiento y los daños que puedan ocasionar.
Escasez de agua potable
El cambio climático también podría provocar (de hecho ya está ocurriendo) una reducción generalizada de la disponibilidad de agua potable. Esto contribuirá al aumento de diarreas y enfermedades intestinales, enfermedades que para muchas personas sin recursos en el planeta pueden significar incluso la muerte.
Insuficiencia alimentaria
El cambio climático acarreará un aumento de la insuficiencia alimentaria, provocando malnutrición y desnutrición. Sobre todo en aquellos lugares en los que esta realidad ya existe en este momento. Las personas más desfavorecidas sufrirán y morirán como resultado de todo ello. Terribles consecuencias del cambio climático en nuestra salud de las que no se habla.
Aumento de la temperatura y de la humedad ambiental
El aumento generalizado de la temperatura global del planeta aumentará también la humedad lo que propiciará la difusión de enfermedades a través de insectos, caracoles y otros animales. Al expandirse las zonas naturales de las enfermedades fruto del cambio climático, las personas estamos condenadas a sufrir la propagación de enfermedades. La malaria, el dengue, el virus zika, la fiebre amarilla, el tifus, el virus del oeste del Nilo y la enfermedad de Lyme, aparecerán en lugares en los que estas enfermedades no existían.
Deshielo y resurgimiento de enfermedades extinguidas
El derretimiento de hielos ancestrales podría ocasionar el regreso de enfermedades extinguidas y otras desconocidas, presentes en materia orgánica que se encontraba congelada. Un ejemplo de esta amenaza es el brote de ántrax surgido en Siberia en 2016.
Todas estas graves amenazas para la salud de personas y animales van en aumento conforme transcurre el tiempo y no se toman medidas suficientes por parte de las administraciones públicas. Quienes más sufren y sufrirán las consecuencias del cambio climático en nuestra salud son niñas y niños, ancianos y ancianas, y las poblaciones más empobrecidas y con menos infraestructuras. Con el transcurso del tiempo la situación empeorará cuando surjan conflictos sociales y mayor presión sobre los servicios públicos de salud.
Ante la inacción de las administraciones competentes, todas las personas debemos hacer cuanto esté en nuestra mano por no contribuir al deterioro de la situación, eliminando hábitos de comportamiento negativos, sustituyéndolos por nuevos hábitos responsables y consecuentes.
Una de las medidas más eficaces e inmediatas que podemos adoptar es abandonar el consumo de carne. La industria cárnica y láctea es una de las más contaminantes y que más residuos genera, como explicábamos en este artículo. Es responsable de la tercera parte de las emisiones de gas de efecto invernadero, más incluso que el emitido por el transporte a nivel mundial.
Es tan sencillo como adoptar una dieta vegana, eligiendo productos basados en vegetales, disponibles en tiendas y supermercados. No podemos exigir a las demás personas que abandonen sus hábitos negativos si nosotras y nosotros no lo hacemos.