Nuestras experiencias en la vida y la simple observación de lo que ocurre a nuestro alrededor, nos revelan que los animales sienten, que sufren todo el dolor que se les ocasiona durante su cría y confinamiento en granjas y su muerte en el matadero. Cualquiera de nosotras y nosotros hemos podido ver cómo los animales tratan de escapar a toda costa de aquello que les causa dolor, les hemos visto gritar, aullar y desesperarse ante las situaciones dolorosas. También les hemos visto tratar de escapar de todo aquello que ponga en peligro su vida, luchar desesperadamente por conservarla, conocemos su angustia ante la muerte y sus ansias por sobrevivir. Y también sabemos que tratan de escapar de su encierro cuando son confinados, desean la libertad y pelean y se revuelven cuando la pierden.
Sin embargo preferimos ignorarlo, nuestro comportamiento cotidiano no es coherente con esta realidad. Lo que les hacemos a los animales en granjas y mataderos no es consecuente con dicha realidad, nos comportamos como si los animales no sufrieran ni quisieran conservar su vida.
Los estudios científicos revelan de forma incuestionable que la inmensa mayoría de las especies animales experimentan sufrimiento físico y psicológico cuando se les encierra, se les aísla, o se les causa dolor. No debería ser necesario acudir a estudios cuando todas las personas lo sabemos por la experiencia en nuestra relación con los animales, pero como no nos comportamos de forma coherente con este conocimiento vital, quizá sea necesario recordarlo y remarcar lo irrefutable que es.
En julio de 2012 se celebró un congreso en Inglaterra en el que participaron representantes de diversos ámbitos de la ciencia y se pusieron de acuerdo para proclamar la conocida como Declaración de Cambridge. Estos científicos de prestigio internacional, entre los que se encontraba Stephen Hawking, dejaron claro que los seres humanos no son los únicos animales que poseen la base neurológica que da lugar a la consciencia, sino que también la tienen la mayoría de las especies animales, sobre todo mamíferos, aves y animales marinos. En sus declaraciones los científicos dijeron que para la comunidad científica internacional es obvio que los animales sienten y tienen consciencia de lo que les sucede, pero no es obvio para el resto del mundo, por lo que decidieron hacer pública esta declaración y transmitir a la sociedad que un ser sintiente es un ser subjetivamente consciente que tiene sus propios intereses, tiene preferencias y deseos y por tanto puede experimentar frustración o satisfacción.
Para respetar a alguien el simple hecho de pertenecer a una u otra especie no es en sí algo que importe, igual que no lo es el color de la piel. Otras circunstancias como la inteligencia o como la cercanía que podemos sentir con alguien, tampoco son lo que verdaderamente importa para que alguien merezca respeto. Lo que debería importar para que se nos tenga en cuenta no son esas circunstancias, sino, simplemente, que podamos sentir y sufrir. La discriminación moral de un individuo en base a la especie a la que pertenece es conocida como especismo, una discriminación arbitraria e injusta.
Recuerda siempre que los animales sienten. El veganismo no es sino una reacción ante todo esto, es la oposición a la explotación de los animales negándonos a participar en ella, para limitar su avance. ¿Cuándo vamos a darnos cuenta las personas de que nuestra relación con los animales no puede continuar basándose en la explotación, el confinamiento y la muerte?